Pasó por el Teatro Colón de Buenos Aires, la sala Octubre de Leningrado, el Lincoln Center de Nueva York y muchas otras grandes salas del mundo. Hoy, tocó en el subterráneo porteño. A pedido de DOMINGO, el charanguista Jaime Torres realizó un show sorpresa en la estación Independencia de la línea C, acompañado por su guitarrista Goyo Álvarez Morales.
Camuflado tras unos grandes lentes oscuros y sin su característico poncho norteño, el músico tocó, como si fuera un artista callejero, una serie de canciones populares. La gente que circulaba por el largo pasillo azul, despintado y tapizado de carteles publicitarios, reaccionaba con asombro al descubrir que se trataba de un ícono del folklore argentino como es Jaime Torres.
La performance comenzó a las 12.50 del día miércoles, y duró 20 minutos. Durante ese tiempo, 220 personas apuradas pasaron delante del dúo de instrumentos de cuerda. De ellos, veinticinco detuvieron su marcha para quedarse a escucharlos. Se formaban, cada tanto, grupos de espectadores de más o menos diez personas alrededor de los artistas. El récord de público se registró cuando Torres y su guitarrista interpretaron el clásico “Humahuaqueño” como última canción de su repertorio, que había empezado con “El Condor Pasa”. Al terminar, recibieron un fuerte y cálido aplauso de los presentes.
De la audiencia espontánea, no hubo nadie que no reconociera a Jaime Torres. Es más, un músico de 26 años, un hombre de 39, una mujer de 44 y una de 76 años esperaron a que terminara de tocar y se acercaron a agradecerle y a pedirle que les firmara autógrafos. Varios aprovecharon, también, para sacarle fotos con su celular. “Quién mierda me va a creer que lo vi a Jaime acá”, grita un hombre mayor.
“Nunca me imaginé que iba a verlo tocar así”, contó un hombre que pudo parar unos minutos a disfrutar de la música folklórica. “El hecho de que esté tocando en el subte es un símbolo de que es un artista popular pero que no deja de ser humilde”, se emociona otro hombre, que no pudo quedarse a escucharlo porque estaba apurado. “Yo me tengo que ir, pero ya la llamé a mi mujer para que venga a filmarlo”, agregó entre risas, hablando despacio para no interferir con la música.
Camuflado tras unos grandes lentes oscuros y sin su característico poncho norteño, el músico tocó, como si fuera un artista callejero, una serie de canciones populares. La gente que circulaba por el largo pasillo azul, despintado y tapizado de carteles publicitarios, reaccionaba con asombro al descubrir que se trataba de un ícono del folklore argentino como es Jaime Torres.
La performance comenzó a las 12.50 del día miércoles, y duró 20 minutos. Durante ese tiempo, 220 personas apuradas pasaron delante del dúo de instrumentos de cuerda. De ellos, veinticinco detuvieron su marcha para quedarse a escucharlos. Se formaban, cada tanto, grupos de espectadores de más o menos diez personas alrededor de los artistas. El récord de público se registró cuando Torres y su guitarrista interpretaron el clásico “Humahuaqueño” como última canción de su repertorio, que había empezado con “El Condor Pasa”. Al terminar, recibieron un fuerte y cálido aplauso de los presentes.
De la audiencia espontánea, no hubo nadie que no reconociera a Jaime Torres. Es más, un músico de 26 años, un hombre de 39, una mujer de 44 y una de 76 años esperaron a que terminara de tocar y se acercaron a agradecerle y a pedirle que les firmara autógrafos. Varios aprovecharon, también, para sacarle fotos con su celular. “Quién mierda me va a creer que lo vi a Jaime acá”, grita un hombre mayor.
“Nunca me imaginé que iba a verlo tocar así”, contó un hombre que pudo parar unos minutos a disfrutar de la música folklórica. “El hecho de que esté tocando en el subte es un símbolo de que es un artista popular pero que no deja de ser humilde”, se emociona otro hombre, que no pudo quedarse a escucharlo porque estaba apurado. “Yo me tengo que ir, pero ya la llamé a mi mujer para que venga a filmarlo”, agregó entre risas, hablando despacio para no interferir con la música.
Otros personajes fueron menos discretos al mostrar su asombro por encontrarse a una figura tan importante tocando en el subte: una señora que pasaba con su hija y sus cuatro nietos se le fue encima y le festejó en la cara: “¡Usted es Jaime Torres!”. Otra mujer, de unos 50 años, no pudo evitar soltar un estruendoso “¡no te lo puedo creer!” al reconocer al charanguista.
“Toda mi vida soñé con vivir la experiencia de tocar en el subte”, confesó Torres que, a sus casi 70 años, recorrió los grandes escenarios del mundo con su charango. “Cada vez que me detenía a ver a alguien tocando, me preguntaba qué era lo que le pasaba por la cabeza al tipo”, confesó al finalizar el atípico recital.
El espectáculo que ofreció fue de una brillante calidad musical y sonora –aunque tocaron sin amplificación, la buena acústica del pasillo hizo que el sonido se escuchara con mucho volumen en toda la estación- y sólo tuvo gestos de agradecimiento para toda la gente que quiso saludarlo y felicitarlo por esta sesión inusual de “música underground”.
“Toda mi vida soñé con vivir la experiencia de tocar en el subte”, confesó Torres que, a sus casi 70 años, recorrió los grandes escenarios del mundo con su charango. “Cada vez que me detenía a ver a alguien tocando, me preguntaba qué era lo que le pasaba por la cabeza al tipo”, confesó al finalizar el atípico recital.
El espectáculo que ofreció fue de una brillante calidad musical y sonora –aunque tocaron sin amplificación, la buena acústica del pasillo hizo que el sonido se escuchara con mucho volumen en toda la estación- y sólo tuvo gestos de agradecimiento para toda la gente que quiso saludarlo y felicitarlo por esta sesión inusual de “música underground”.
Por: Florencia Nijensohn y Fernanda Brovia